
Cada vez más, el tacto se percibe por la suavidad del teclado del portátil; el oído, por la claridad que manifiesta el móvil en espacios cerrados; la vista, por la nitidez de los televisores digitales de plasma; el gusto, por la perfección con que se puede imitar un caldo casero a través de un preparado en polvo, y el aroma queda limitado a los perfumes de moda. Sin embargo, cuando no tenemos prisa y nos podemos permitir el lujo de respirar con profundidad, de "oler", nos damos cuenta de que el día ha amanecido húmedo y que por la noche los árboles huelen diferente.
"La mejor forma que tienes para descubrir y explorar un país que es distinto al tuyo, es respirar sus calles, plazas, mercados y cementerios, porque allí serás capaz de hallar aromas y fragancias que dirán tanto de sus gentes como la historia que está escrita."
Borja Suyapa
El ser humano no se caracteriza por ser una de las criaturas con mayor capacidad olfativa de las que pueblan el planeta; sin embargo, se hace verdaderamente difícil entender un mundo sin olor, mucho más en civilizaciones avanzadas donde la perfumería y la cosmética ocupan un papel muy importante
Los aromas nos envuelven por todas partes. Desde el gel de baño, hasta el champú para el pelo, el desodorante, la colonia refrescante, el perfume del fin de semana, todo, absolutamente todo, está pensado y diseñado con una fragancia que resulte agradable.
El olfato, en países como el nuestro, ya no es un componente vital, en el sentido que sea necesario para rastrear una presa o a un enemigo que esté cercano, tema que sí dominan algunas de las pocas tribu primitivas que todavía quedan en el planeta, y es que, según parece el olfato ha quedado reducido a una pura cuestión de supervivencias o seducción, pero no siempre ha sido así .
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