Los perfumes pueden provocar estados de ánimo positivos o negativos, llegan al corazón y al cerebro y pueden estimular la sensualidad, la creatividad, la concentración, la curación, etc.
El olfato aprende rápidamente: después de haber sentido diversas fragancias, podrá captar los matices más sutiles de cada una. Gracias a este ejercicio y con un poco de práctica, pronto podrán descubrirse cuales son las esencias más adecuadas para trabajar, relajarse, inspirarse y entrar en sintonía con nosotros mismos y los demás o con la manifestación de las emociones y estados anímicos.
Por otro aspecto, también puede escogerse un aceite esencial según su poder terapéutico, mediante una buena guía especializada que describa todas sus propiedades, efectos, usos, propiedades y posibles contraindicaciones. Aunque para ello es, sin duda, más cómodo, practico y seguro consultar con el criterio especializado de un aromaterapeuta experimentado.
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